miércoles, febrero 15, 2017

ERREJÓN UN INDIGNADO BAJO SOSPECHA

Verstrynge e Iglesias. El profesor y el alumno. El hijo de un rexista (léase fascista) belga y el hijo y nieto de rojos como el interesado lo recuerda a tiempo y a destiempo (conforme al consejo paulino) Es una anomalía aparente es cierto, pero digamos que Verstrynge no es más que la excepción (“belga”) que viene a confirmar la regla (española) Y lo es que Podemos es ante todo un partido de inspiración guerra civilista -como el propio Stanley Payne acaba de reconocerlo (ahora)- , que fue lo que le hizo nacer. Y por eso, en la pugna entre el hijo y nieto de rojos, y un ardiente/indignado Íñigo Errejón bajo/sospecha -por razón de la ascendencia familiar, léase por no poder presentar las credenciales genealógicas (de rojerío) de su rival-, la suerte estaba echada de antemano. Léase, que ni ha conseguido defenestrar al líder de la coleta en el reciente congreso -como tal vez lo soñaban algunos que había puesto en él sus esperanzas- ni podrá hacerlo en un futuro más o menos próximo. Por descontado
Es otra generación, vaya dicho por delante, y nos separan además de la barrera generacional los treinta años -y puestos a sumar algunos más- de expatriación que viví aquí en Bélgica. Aquí ya todos saben lo que opino de Podemos, una formación a la que dediqué todo un libro, donde trataba del fenómeno de la indignación callejera en general, comenzando por el principio, a saber por el 15-M, que fue el fuego matricial por así decir que alumbraría sucesivas hogueras, Podemos entre ellas. No me retracto ni una jota de lo que escribí o de lo que dije.

Ocurre que la política tiene dos niveles (aparte de algunos más), el de los principios, de los diagnósticos y juicios ideológicos y otro un tanto alejado del anterior que es el de las realidades cambiantes. Le comenté hace meses en una de mis visitas en Madrid, a un viejo amigo que no conseguía ocultar cierta admiración o respeto reverencial o como cupiera llamarse hacia Podemos y su líder, lo que me parecía un declive irreversible de esa formación, « un partido amortizado », se me escapó decir de ellos, lo que produjo en mi amigo una reacción rápida como un movimiento reflejo, dándome a entender que él no lo veía así en modo alguno

Quedan todavía, quiero decir les quedan todavía -desgraciadamente- no pocos minutos de partido o de juego en la política española a los podemistas (mejor que podemitas) pero está claro que no se prevé ya en un futuro a corto plazo que consigan responder a las expectativas -tan grandiosas- que había despertado en algunos -muchos, pocos- tras la emergencia de ese partido en la política española, y lo ilustra sin necesidad hubiera la tensión latente en el seno de esa formación que, al decir de los medios, habrá desembocado en su congreso de este fin de semana en un cierre en falso de la crisis interna que atraviesan, con las espadas en alto los representantes máximos de las dos tendencias enfrentadas, Errejon e Iglesias. Pero estaba en la lógica de las cosas, se me antoja, que contra las expectativas de algunos, no se concretizara la defenestración de Iglesias con la que tal vez algunos soñaban.

La legitimidad/democrática -que tanto reivindica la izquierda no hay duda de que lado se encuentra en esa pugna interna del partido de los indignados españoles. En otro términos entre el hijo y nieto de rojos y el indignado que tal vez -salvo prueba de lo contrario- no sea ni hijo ni nieto de fachas pero que en cualquier caso no puede presentar los mismos credenciales familiares -léase de lazos de sangre con el rojerío de la guerra civil, está claro de qué lado llegado el momento se deba inclinar la balanza. Íñigo Errrejón, un indignado bajo/sospecha

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