miércoles, febrero 22, 2017

CARITAS O EL NEGOCIO DE LA COMPASIÓN

Novela de Ibsen sobre el emperador Juliano (“el Apostata” en la historiografía en curso) Considerada la obra maestra del autor noruego. El emperador Juliano recobra actualidad de nuestros días de cara al samaritanismo político -demagógico e irresponsable (a base de buenismo y de pauperismo y miserabilismo bíblicos)- que viene a encarnar el papa Francisco por cuenta de la crisis de los refugiados, y que habrá cobrado expresión callejera en la manifestación de Barcelona del pasado domingo. Juliano viene a simbolizar la Antigüedad Clásica sepultada por el diluvio judeo/cristiano. Y en particular una corriente filosófica pagana que vino a reaccionar vigorosamente contra el cristianismo primitivo, de la que destacaría el Discurso de Celso “contra los Cristianos”, al que muchos consideran el texto fundador de la crítica bíblica contemporánea
“Cuanta más compasión, más dinero ganan”, leo en un comentario en la red sobre la mentalidad de algunos -muchos pocos- empleados o trabajadores de Cáritas, a los que el samaritanismo como ideología (por llamarlo así) que esta asociación viene a encarnar parece granjear réditos suculentos, con sueldos de tres mil euros mensuales la media (de lo deduzco de lo que ahora leo) El abate integrista Georges (Abbé) De Nantes -que en paz descanse- escribió hace ya mucho en mis años muy jóvenes unos artículos en el boletín que editaba su comunidad religiosa (tradicionalista) -radicada en plena campiña francesa (región de Troyes)- bajo el titulo sonoro y combativo “La Contre-Reforme Catholique au XX siècle”- a cuenta de lo que el había bautizado (un decir) de MASDU, a saber, "el movimiento de animación espiritual de la democracia universal" que venía a resumir o a sintetizar a su juicio la ideología conciliar y pos-conciliar que proclamó e hizo suya la iglesia católica al día siguiente de la terminación del concilio vaticano segundo.

La fórmula no tuvo éxito a tenor de lo poco que la vi por escrito después y lo ayuna de comentarios o análisis a los que debería haber dado lugar, no es óbice que era una visión lúcida y profunda de la metamorfosis (o trasmutación) que sufriría la iglesia católica en los últimos cincuenta años, y que cobra de pronto una renovada actualidad con la crisis declarada en los diferentes países europeos por la afluencia en masa de refugiados. Como un (simple) suplemento religioso o espiritual de cristianismo -léase judeo/cristianismo- a la ideología (o religión laica-) de la democracia y de los derechos del hombre (o del ciudadano) Y como una quintaesencia o preparación médica o química a base de de extractos de lo que tiene de mas explosivo y subversivo (bajo su manto falaz o piel de oveja) el mensaje evangélico, léase judeo cristiano, a saber (como una trilogía o trinidad o triada fatal): la caridad, la compasión y la misericordia.

Como una mezcla explosiva, sí, de una potencia de deflagración -léase de fuerza y capacidad de penetración (y perforación)- de alcance imprevisible e incalculable tal y como se habrá puesto de manifiesto en las llamadas primaveras/árabes y en los fenómenos de indignación callejera en los países occidentales que se le seguirían primero, y justo a seguir, en el aluvión inmigrante y de refugiados al que los países europeos venimos haciendo frente de dos años a esta parte, alentado y aventado por el máximo heraldo de esa ideología “samaritana” de la compasión y de la misericordia que viene a ser el papa Francisco (Jorge para los amigos)

Y el comentario del principio que me habrá servido de motivo o pretexto a esta larga digresión teológica -o anti-teológica, o pos-teológica- venia a cuento de la noticia que leo en la red de la presencia ostensible de Cáritas en la manifestación de Barcelona. Está claro que Caritas no es más que una correa de trasmisión del aparato o de la institución eclesial, y que los que denuncian ahora -mayormente en los medios “patriotas”- la presencia de esa organización por las calles de Barcelona silencian sintomática y significativamente al mismo tiempo el protagonismo de la jerarquía eclesiástica catalana en la organización de la manifestación e incluso en su celebración y desarrollo, con el Papa Francisco por montera por supuesto, y su buenismo y su pauperismo bíblico (y tercermundista) que han venido a ser como una segunda natura de la función pontificia (tras el concilio)

No deja de ser no obstante ilustrativa y reveladora en extremo de esa ideología democrática de la caridad -inspirada fundamentalmente en la parábola del buen/samaritano- que vendría a querer animar o estimular de su interior el movimiento anti-sistema en los diferentes países occidentales al socaire de una estrategia global a escala planetaria de exportación de la democracia que impuso la administración Obama en los ocho años de presidencia demócrata anteriores y que se habrá quedado huérfana del padrinazgo de la primera potencia del planeta tras el resultado e las elecciones presidenciales norteamericanas el pasado mes de noviembre.

Con lo que venimos a asistir ahora -tal y como lo ilustra la manifestación de Barcelona- a un replanteamiento estratégico del movimiento de implantación de la democracia universal (Abbé de Nantes dixit), en el que los poderes religiosos y eclesiásticos viene a cobrar un protagonismo que no tuvieron hasta ahora si se exceptúa el periodo del pos-concilio inmediato de progresismo conciliar salvaje por llamarlo así y también nota bene el estrellato mediático -en un caso sin precedente en la historia de la iglesia católica de protagonismo individual- del papa polaco Juan Pablo II. Cataluña no se ha vuelto loca -como se ponen a gritarlo ahora algunos (bajo tutela eclesiática) al borde del desespero, confundidos por las cortinas de humo de los medios- o no del todo. El que anda loco en cambio es el papa argentino que trae locos a obispos y cardenales, en particular en una región de una raigambre e idiosincrasia tan troncal y petrificadoramente clerical como lo son los catalanes.

E igual de locos, los que gestionan sus engranajes o correas de trasmisión más eficientes y de más fuerza agarre y de impacto social, como lo es Caritas, un fenómeno typical spanish que en otros países católicos como Bélgica donde las ayudas sociales se ven revestidas del rango de una función pública es impensable, simplemente no existe. O no al menos con el perfil y las dimensiones de las que se reviste entre españoles. Caritas o el negocio de la compasión. O el samaritanismo, como versión última -clerical, pontificia- de la ideología democrática (de los derechos del hombre)

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