jueves, enero 05, 2017

PRO-RUSOS. EN SIRIA COMO EN UCRANIA

La victoria de Bashar al-Assad tras el hundimiento de la rebelión en Alepo y en el resto de Siria a que habremos asistido (jubilosos) las últimas semanas es una bofetada al conjunto de los medios y a los analistas y comentaristas de la prensa internacional más brillantes y prestigiosos, en España y fuera de ella. A su credibilidad e incluso a su solvencia moral (o ideológica) Y los que apostamos por aquella y mantuvimos siempre nuestra apuesta -en público- contra viento y marea, nos arrogamos el derecho de proclamarnos pro-rusos a la vez. En Siria como en Ucrania. Sin tapujos, y sin que se nos endosen lazos inconfesables o financiaciones, las que sea. La victoria de Assad es la derrota de la indignación callejera (hija de las primaveras árabes) Es la derrota del Miedo y del Miedo al miedo. Fantasmas de tiempos de guerra. De la guerra civil española que no se acaba
Marine Le Pen acaba de ser declarada persona non grata en Ucrania. Y lo habrá sido tras unas declaraciones en la que reafirmaba la soberanía rusa sobre la península de Crimea, blanco de intervención militar rusa tras el triunfo del Maidán de Kiev (en marzo del 2014) y teatro a seguir de un referéndum en el que la población de aquella república (autónoma) se pronunció masivamente en favor de su anexión a Rusia. Y los medios franceses no habrán dejado de especular ahora asociando la reciente toma de posición (que no es nueva) de Marine Le Pen en el asunto en ascuas y el pedido de préstamo que el Frente Nacional habría surcado a un banco ruso. La financiación por parte de la Rusia de Putin a grupos populistas (sic) -léase de extrema izquierda como de extrema derecha (para entendernos)-en los diferentes países europeos es un tema favorito en ciertos análisis y comentarios de actualidad desde hace y tiempo.

En España, lo sacó a relucir hace un año el periodista Herman Tersch, figura emblemática de toda una generación (por razón de edad grosso modo la mía) de conversos o neo conversos -de la democracia y de un anticomunismo de guerra fria- que tuvieron su bautismo en política a la izquiera y a la extrema izquierda de muy jóvenes, a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, como fue el caso de Herman Tersch, de Jímenez Losantos, de Arcadi Espada, de Pío Moa incluso y de tantos otros. Y el periodista primero mencionado se vería envuelto de nuevo hace pocos meses en un rifirrafe a través de las redes sociales con la (valiente) joven Inma Seguí -a la que ya aludí aquí en algunas entradas- por cuenta de los nombre de Putín y de Assad y de la guerra en Siria.


Somos muchos hoy en España y fuera de ella los que defendemos abiertamente una linea pro-rusa tanto en el tema de ala guerra en Siria como en el de Ucrania sin que son pueda acusar de recibir un maná en rublos ni cosa que se le parezca. Defendí desde el principio, o más exactamente desde el asesinato salvaje -retransmitido en directo a las cuatro esquinas del planeta- del coronel Gadafi que nos aclaró a tantos las ideas, al régimen de Bachar el-Assad, al que todos o casi todos en lo medios occidentales auguraban (lúgubres) un mismo final que al coronel libio. Se equivocaron. Y por eso algunos no podemos remediar ahora el ver tras los ataques a Putín y a los que lo defienden en los paises occidentales, y en particular entre españoles, no poco de cortina de humo tratando de camuflar tan clamorosa evidencia, a saber el fiasco tan grandioso de sus pronósticos.

Y no dejé también ms tarde de pronunciarme en contra del Maidán de Kiev, hito (y mito) fundador de la independencia de Ucrania apoyada por la UE por la OTAN y por la Casa Blanca e Hillary Clinton (hoy políticamente desahuciada) Dediqué incluso a ese tema no pocas páginas de mi libro Guerra del 36 e indignación callejera centrado en una critica del 15-M y de todas sus secuelas (el lanzamiento de Podemos entre ellas) Una cuestión de la mayor trascendencia (lo pensé y lo sigo pensando) , como lo pueda ser en otro orden de cosas la polémica sobre el aborto, con la que se pude comparar aquella no obstante, y es por la polarización de posturas que uno y otro tema fatalmente provocan.

Mi postura sobre el aborto-a base de distingos y matices- me aisló no poco -o digamos (para dejarnos de eufemismos) que me dejó todavía mas solo-, la erupción del 15-M me separó o distancio también de algunos que a mi gran sorpresase pusieron a ver en aquel fenómeno tan preñando de presagios aciagos una fuente de renovación de la sociedad española y de su clase política o un nuevo Pentecostés incluso, léase una revolución “a la española. La “spanish revolution”

No consentí en tragarme esos gazapos (tan enormes) y volví a negarme a ello dos años transcurridos (casi) de la erupción del la indignación callejera entre españoles, tras la erupción del Maidán que tanto nos quiso vender la prensa global dentro y fuera de España. Hace pocos días durante mi visita a Madrid (por Navidad) tuve ocasión de verme con un viejo migo de lo de sensibilidad azul, antiguo compañero de mis años de universidad -de los que deslumbro (un poco) la indignación callejera- que me reprocho miedo (sic) al 15-M y a los fantasmas -de vuelta a empezar a un 14 de abril- que aquella movida subversiva traía fatalmente consigo. Un reto mayor en el plano dialéctico, puramente intelectual, el que se escondía tras las palabras de mi amigo. Como el que planteaba un libro que hacía furor en mis años de universidad y que nunca me avine a a leer del "miedo a la libertad."

El miedo ni se nombra,reza un dicho al que no puedo poner fecha ni autor y que siempre me pareció surgido de lo mas hondo de la memoria colectiva, rezumante de espíritu militar y localizable sin duda en el seno de esta institución y en particular de los sectores castrenses de los que provengo por ascendencia familiar (la verdad sea dicha) Un chantaje -al miedo (insidioso en extremo)-, así lo vi y así lo sigo viendo, parecido mutatis mutandis parecido al que plantea la ley de la memoria, y lo desenterramientos en masa que en esa ley se propugnan (a modo de aviso o e amenaza) El miedo ni se nombra. A modo de conjuro aunque sólo sea. Sin duda por lo que tiene de temible, léase de invisible (de miedo al miedo verbi gratia)

Los miedos son fantasmas de tiempos de guerra. Tan invisibles como las guerras asimétricas de las que habremos sido blanco y victimas los españoles a lo largo de ochenta años. ¡Un guerra oculta y secreta -como la guerra de Marruecos,como tantos conflictos en los confines del planeta en décadas de posguerra (mundial)- la interminable guerra civil española! Que nos lleva a la búsqueda de las nuevas alianzas. Y esa es la razón última y única de mi línea pro rusa. La que vengo defendiendo hace ya cinco años. Y que se piense de mi (de nuevo) lo que se quiera

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