miércoles, enero 11, 2017

CONEXIÓN GITANA ESPAÑA RUMANÍA

Mariscal Ion Antonescu, jefe de estado de Rumanía durante la Segunda Guerra Mundial. Denigrado y objeto de oprobio durante décadas de posguerra, su memoria se habrá visto objeto de rehabilitación parcial por las instancias judiciales de Rumanía y revindicado abiertamente entre una gran mayoría de la población rumana, tras la caída de Ceausescu. Entre los cargos que arrastró figurarían la guerra contra la Unión Soviética, la persecución de judíos y la deportación de gitanos “nómadas, sin ocupación o delincuentes” (mayo del 42) a la Transnistría, región hoy bajo control ruso -tras una guerra civil (1992) con un saldo de mil quinientos muertos-limítrofe entre Moldavia y Ucrania. Una ínfima minoría comparado al conjunto de la población total gitana en Rumanía. Algo como sea, que los propios compatriotas de Antonescu parecen tenerle perdonado
Problema gitano de los españoles. Una evidencia,una fatalidad, un lacra -una maldición bíblica se estaría tentado de decir también- rodeada de antiguo de una montaña de tabúes. A los que hinqué el diente en uno de los parágrafos de uno de los capítulos de mi último libro “Krohn, el cura papicida”, en el que recojo mis experiencias carcelarias, y la cohabitación forzosa que aquello supo para mí con miembros de ese colectivo y de otro que les afín (a mi juicio) por un sinfín de conceptos, y al que el vulgo atribuye lazos de parentesco con los gitanos -como sus primos hermanos- a saber los llamados quinquis o mercheros, de los que me ocupo también en otro de los parágrafos de ese capitulo y los que me permito comparar en mi libro -mayormente por su modo de vida ambulante o semi ambulante- a diferentes minorías étnicas que pueblan de antiguo mas o menos desperdigadas diferentes zonas del continente europeo, como los “manouches” del Sur de Francia, los aromunes o arumanos del área de los Cárpatos y de los Balcanes, o los yeniches, de las regiones de lengua y cultura alemana de religión católica (Alemania, Austria, Suiza y Luxemburgo)

Unas conclusiones la que vertí en mi libro autobiográfico al hilo de mis propias reflexiones personales y de mi propia experiencia que veo ahora sorprendentemente estimuladas por decir así, gracias a un testimonio que nos viene precisamente de Rumanía, el único país europeo junto con España donde el colectivo gitano alcanzó grados de simbiosis cultural -sin duda en unas regiones más que otras, y en el caso de España sobre todo en Andalucía- con la población autóctona, rumana o española (de pura cepa)

Y es el de un eurodiputado de dicha nacionalidad, Laurentiu Rebega que habrá dado hoy en el recinto del Parlamento Europeo una conferencia de prensa para anunciar su candidatura a la presidencia de aquel, a la que me habrá sido dado asistir -tras haber sido invitado a título de periodista-, y del que leo en la reseña biográfica que circula en la red que motivo (en parte) su adhesión al grupo Europa de las naciones y de las libertades (Europe of nations and freedom group) del Parlamento Europeo presidido por Marine Le Pen, por su propósito y deseo de querer lavar (por así decir) la imagen de los rumanos que trabajan en los países de la UE y en sus instituciones de la amalgama que se les inflige con la inmigración gitana procedente de Rumanía.

Los gitanos figuraron entre los vencedores de la segunda Guerra Mundial a título -comparable mutatis mutandis al de los judíos- de víctimas (y chivos expiatorios) del conflicto aunque sólo fuera. Y ese titulo aunque solo ea constituyen un fuerte lobby o grupo de presión trasnacional en el mundo de hoy, algo que se ve igualmente rodeado de los mayores tabúes. Y no es óbice -el atreverse afirmarlo- a que los gitanos se vean realmente victimas de discriminaciones y vejaciones y atropellos injustas (por culpas propias o ajenas) Digamos que lo uno va parejo con lo otro, y lo afirmo (un poco) por mi cuenta y riesgo. En la guerra civil española, los gitanos como tales no tuvieron un papel propiamente beligerante ni en uno u otro de los bandos en liza. En la medida no obstante que la guerra civil del 36 tuvo no poco -yo diría que un mucho- de lucha de clases, es obvio que aquellos se verían más asociados al bando de los vencidos, lo que fue si cabe más caro y flagrante en el caso del otro colectivo próximo de ellos, el de los quinquis (o mercheros) que sí que tuvieron un papel activo en el progresivo enrarecimiento del clima social y de la convivencia y en la incubación de la violencia que precedió al estallido propiamente de la guerra civil durante los años de la República.
En la foto, el autor de este blog en compañía de Laurentiu Rebega tras su conferencia de prensa de hoy en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, de lanzamiento de su candidatura a la presidencia del Parlamento en nombre del grupo de euro-parlamentarios “Europa de las Naciones y de las Libertades” (“Europe of Nations and Freedom” group) presidido por Marine Le Pen. Laurentiu Rebega justificó en su momento su adhesión al referido grupo parlamentario por razón del problema de imagen que arrastran los rumanos activos en las instituciones europeas a causa de la presencia de inmigración gitana proveniente de Rumanía en los países dela UE
¿Los gitanos también? Digamos que en menor medida por su condición -o estatuto”- de pueblo sumiso y (auto) marginado. Y el problema gitano entre sus muchas vertientes no deja de ser un problema político (especifico) Como lo ilustra el caso -jaleado en extremo por los medios- de un gitano rumano del que ya me ocupé (repetidamente) en este blog, y del que las últimas noticias que recogieron los medios es que se veía objeto de un procedimiento de expulsión del territorio español. Un activista anti-sistema (licenciado (un respeto) en sociología por la Universidad de Bucares- que arrastra ya una ristra interminable de provocaciones en suelo español -¿por cuenta de quién?- Y que se siente y obra y provoca e insulta y desafía como si estuviera en casa, y es que cabe glosar que par un gitano rumano no quepa mucha diferencia entre España y Rumanía.

¿Un retoño de la Rumanía de Ceausescu -que él aún vivió de niño- este gitano rumano anti-fascista y anti-sistema hasta extremos de delirio? ¿De la policía política del régimen del Conducátor, la Securitate y de sus auxiliares gitanos? La pregunta ahí queda. Y tal vez que la respuesta completa y cumplida al enigma nos venga de nuestros amigos rumanos, gente de bien en su conjunto y víctimas de un problema de imagen. Como lo somos (y fuimos) los españoles

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