miércoles, enero 04, 2017

¿ANTI-ISLÁMICOS O ANTi-JUDÍOS?

Célebre cuadro del pintor pre-rafaelita inglés Charles William Mitchel (1854-1903) sobre el asesinato de Hepatía, célebre mujer filósofo pagana y neoplatónica que fue asesinada -desnuda despedazada y quemada- a manos de una turba de cristianos (indignados) a principios del siglo V. Su muerte serviría también de inspiración a un film español proyectado fuera de concurso en Cannes (2009) y premiado a seguir en España en la XXIV edición de los premios Goya (2010) El cristianismo primitivo de la ribera meridional de la cuenca mediterránea preparó el terreno -le hizo la cama (verbi gratia)- a la invasión islámica. Una evidencia que resurge de nuestros dias, triunfando de mil tabués. El Islam fue un retoño o un subproducto por así decir del judeo/cristianismo (léase del cristianismo primitivo) Como lo explicó y dejó sentado Oswald Spengler en su célebre "Decadencia de Occidente" En esa perspectiva, definirse anti-islámico o anti-judío desde posturas cristiano-católico-integristas suena a trampa mental, o a callejón sin salida, algo de lo que huye de instinto el gato escaldado que esto escribe (y conmigo sin duda muchos otros)
Me he ocupado recientemente en mi blog “Juan Fernández Krohn en français” de un personaje de la extrema/derecha (para entendernos) belga -de nacionalidad (pese a su apellido un tanto exótico)- que está haciendo hablar mucho de él en Francia, y que habrá venido a erigirse en el altavoz, en el plano de la política religiosa- de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, la congregación fundada por Monseñor Lefebvre que en Francia representa hoy por hoy una fuerza indiscutible, un lobby o grupo de presión que rebasa los límites estrictos de lo espiritual o religioso. Y sin duda que me hizo falta alejarme (definitivamente) de ellos -hace ya tanto- para poder calibrar en su justa medida su poder y su influencia. En Francia y en otros países católicos, aunque sólo en Francia su influencia y poderío consiga desbordar hacia el terreno de la política.

Y me estoy refiriendo al movimiento Civitas que participó -a su manera por libre (y dando no poco la nota)- en las manifestaciones de la Primavera francesa contra el matrimonio homosexual hace tres años sin dejar de arbolar en su gritos y pancartas callejeras de entonces sus consignas y posturas mas emblemáticas centradas (de forma obsesiva) en torno al derecho a la vida (léase a la oposición por todos los medios al aborto) Y que un Belga de apellido no/francés -Escada, verosímilmente portugués (o judío portugués) de origen- venga a dar lecciones de catecismo y de catolicismo militante en Francia es algo que ya de por si mueve poderosamente a reflexión a españoles y no poco.

Si se trata además de alguien que se fue de Bélgica (por motivos no aclarados o no del todo) en plena flor de la juventud -cuando el autor de estas lineas llevaba ya aquí diez años residiendo- y ha acabado triunfando (hasta cierto punto) léase alcanzando una innegable audiencia en sectores -de extrema derecha (para entendernos)- que conocen un cierto auge en Francia los tiempos que corren, el desafío para un Español residente en Bélgica -en los planos espiritual, intelectual y otros- es de órdago a la grande, no me digan.

El pequeño -y delicado como una flor- líder belga del movimiento Civitas (católico integrista) intervino no hace mucho en un certamen de la tendencia políticamente incorrecta “identitaria” en Francia y debo reconocer aunque me pese que tuvo el acierto de enarbolar una bandera que a algunos nos parecían -y siguen pareciendo- obsoletas y de formular un diagnostico de la situación actual en el plano de la política internacional y en el marco del continente europeo de un relumbrón innegable por lo falaz o lo engañosa, por lo sumaria y lo simplista aunque sólo sea.

Los doscientos mil inmigrantes de más (sic) que recibe en Francia cada años son el equivalente -declaró en publico no hace mucho el personaje que nos ocupa- son el equivalente de los docientos mil abortos que se practican en el Hexágono bajo alto patrocinio (sic) judío-, unas cifras difíciles de verificar desde luego y una formulación o planteamiento que viene a colocar -como a golpe de varita mágica- la cuestión del aborto en el centro del debate como quien dice, desplazando y haciendo sombra así al desafío propiamente identitario, que lleva a rastras el choque de culturas agazapado tras la inmigración en masa, en suelo del continente europeo. ¿Anti-islámicos o anti-judíos? Islam o poder mundial judío (o sionista) la doble cara, que me diga la doble apuesta que sin duda se les plantea como alternativa a muchos de los que pretenden seguir siendo fieles a sus raíces y al mismo tiempo poder seguir pensando por su cuenta. Y cual es la mía se preguntarán aquí tal vez curiosamente algunos.

Digamos que la disyuntiva que huele ya de lejos a trampa o a celada para el gato escaldado ye esto escribe. Y es curioso que el representante o portavoz de la corriente integrista católica en Francia -me refiero a la mayoritaria o de mayor audiencia de entre todas las que llevan esa etiqueta puesta- se permita pronunciarse de una forma tan tajante y tan ruidosa en unos términos que a otros les valdrían ya de entrada una cita delante de os tribunales -acusados de anti-semitismo y otras lindezas- sin la menor demora.

¿Provocación calculada? es bien posible. El desafío (magno) ¿lo es el Islam o una deformación o mala interpretación (islamista, rigorista, islamista o integrista) del mismo? La madre del cordero. Una cuestión central que gravita sobre algunos de las sucesos de actualidad más cadente en las ultimas décadas. La guerra en Siria y su desenlace parecen aportar elementos de solución al rompecabezas, y uno de ellos sin duda lo ofrece el cariz o el tono de la propaganda (de guerra) del régimen de Bashar al-Assad que se habrá resistido siempre a entrar al trapo del desafío confesional -traducido en un choque de confesiones, entre musulmanes suníes por un lado y por el otro todas las confesiones minoritarias (cristianas o musulmanas) en el Oriente próximo- empeñándose por el contrario en formular la pugna ideológica planteada en la guerra civil siria como un combate (sic) contra el terrorismo.

¿Mera consigna propagandística o indice revelador por el contrario de una apuesta primordial tanto en el plano de la ideología como en el de la estrategia? El Islam arrastra viejas raíces judeo/cristianas. Una evidencia rodeada de mil tabúes que me habré encargado de ir ilustrando y dejar sentado en este blog desde hace ya anos ya, sin pausa. Se adelantó en denunciarlo un best-seller del periodo de entreguerras hoy sumida en el olvido, y me refiero a la célebre obra de Oswald Spengler, Decadencia de Occidente. Y está claro que un cuestionamiento radical de la religión islámica no trae menos consigo una visión no menos radical de una de los componentes principales de nuestra civilización europea, en sus dos ùltimos años al menos de existencia, y en particular desde que se concluyo (con el edicto de Milán) el compromiso histórico entre la nueva religión oriental y el Imperio romano. Un desafío de talla, todos aquí estarán de acuerdo.

Del que no cabe menos que recoger el guante. Entre todos. Católicos y ortodoxos, cristianos, judíos y musulmanes, creyentes como ateos. Y el que sepa entender que entienda (como reza la biblia canónica, fuera de toda sospecha)

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