jueves, diciembre 01, 2016

FRANCO Y FIDEL COMPARACIONES ODIOSAS

Franco y Fidel Castro, vidas paralelas. Ambos gallegos, ambos ambiguos en sus relaciones reciprocas, y ambos obligados a rendirse al final al Gran Hermano de Norteamérica (y sus aliados), y por mediación vaticana ademas, tanto uno como otro. En unas declaraciones que leí de Fidel viviendo yo ya en Bélgica al periodista (oriundo) del diario francés Le Monde, Ignacio Ramonet que le preguntaba el por qué de de esa ambigüedad en las relaciones del régimen franquista y de la revolución cubana, Fidel Castro venía a decir -sin duda a modo de coartada- que en la mente del anterior jefe de estado español había jugado sin duda un factor determinante su memoria infantil de la guerra de Cuba y de las escenas -fijas indeleblemente en sus retinas a partir de entonces- de los barcos que de allí llegaban al puerto del Ferrol cargados de heridos y mutilados, que sin duda marcaron indeleblemente la mente del caudillo hasta el final de sus días. ¿Personaje (sic) de dimensión histórica Fidel como viene a afirmarlo ahora -un tanto vergonzantemente- el diario el País? Franco no lo fue menos. ¿Por qué esa diferencia pues de trato periodístico entre uno y otro en el diario de Prysa?
A Fidel Castro le han organizado celebraciones en Cuba propias de otra época y de otras latitudes. He estado oyendo el reportaje del corresponsal en Cuba de la radio televisión belga francófona y sus entrevistas a participantes en los festejos (fúnebres) y me recuerdan el testimonio que leí una vez de Michail Gorbachev de cuando la muerte de Stalin que estuvo marchando a pie días y días sin parar -con pañoleta roja de pionero (comunista) al cuello- en homenaje al padrecito de los pueblos, y lo recordaba aquél sin el menor deje de auto-critica -pese a que corrían los tiempos de la Glasnost y de la Perestroika- o atisbo alguno de pesadumbre y menos aun de cargo de conciencia (¿qué estoy diciendo?)

Y a Fidel le habrán organizando ahora caminos de Santiago (de Cuba) maratónicos en rememoración de la marcha triunfal de Fidel y los suyos desde Santiago hasta la Habana cuando el triunfo de la revolución en el 59, sólo que esta vez en sentido inverso, acompañando sus restos hasta su tierra natal. Oímos siempre hablar del Líder Máximo en bien o en mal pero a fin de cuentas sabemos poco de su vida, y hablo por lo que me toca, que ignoraba siquiera que el Comandante -el que “mandó parar”- procedía de Santiago de Cuba ciudad española por antonomasia de la isla (como su nombre lo indica) Algunos habrán recordado ahora oportunamente las andanadas de ataques contra el pasado español en Cuba tan prototípicos del régimen castrista y de su líder, de acusaciones de genocidio contra la conquista española que haría suyas (nota bene) el actual papa Francisco.

Y también se habrán evocado las persecuciones contra los católicos en los inicios de la revolución cubana, que se saldaron con fusilamientos de jóvenes de acción católica aunque hoy no lo recuerde nadie. En entrada reciente recordé el papel crucial que le cabría al actual papa Francisco en las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos que llevaron a la visita de Barack Obama a la Habana y al final del bloqueo, léase al entierro del hacha de guerra del régimen castrista con su enemigo jurado, que jugaría en la propaganda oficial del régimen un papel análogo al del Gran Satán en la ideología anti-imperialista (e islámica) de la revolución iraní.

Tuve un lapso no obstante en mi entrada y fue el de afirmar que Castro no había sufrido nunca censura -ni excomunión- por parte de la iglesia. Y acabo de comprobar que no era cierto lo que dije, pero mi lapsus linguae -y laguna memorística a la vez- no era ni mucho menos trivial o accidental sino que escondía o venía a camuflar la larga y compleja historia de las relaciones de Fidel Castro -católico bautizado y alumno en su infancia y juventud de los jesuitas- y de la Iglesia católica, algo rodeado de antiguo de los mas espesos de los tabúes hasta el punto que en la reseña de Internet que da cuenta de la excomunión de Fidel -el 3 de enero a cargo de Juan XXIII y en aplicación de un decreto de Pio XII (de 1949)- se ve acompañada de una nota a pie de pagina en la que se advierte que la la realidad histórica de esa excomunión habrá sido puesta en duda por parte de muchos a lo largo del tiempo.

Y es que tanto la excomunión per se como el silencio en el que se vería enterrada venían a ilustrar y a simbolizar, casi a seguir el cambio drástico que operó la iglesia en relación con el comunismo marxista en el concilio vaticano segundo, lo que se vería plasmado en la negativa de los moderadores de una de las sesiones conciliares de aceptar a tramite -so pretexto de haber sido presentada fuera del plazo- una propuesta de renovación o recordación de las condenas pontificias contra el comunismo marxista presentadas por representantes del ala conservadora (y tradicionalista) de aquella augusta asamblea, en particular por Monseñor Lefebvre. Cuentos de maricastaña, dirán aquí tal vez algunos (y no exentos de razones) algunos. fidel excomulgado por la iglesia del preconcilio acabaría siendo erigido en otro alter/christus (de nuestro tiempo), en el nuevo ambiente y la nueva mentalidad que triunfarían en la iglesia en las últimas décadas.

Y fiel a esa vocación cristológica (y con perdón) que le atribuirían muchos, Fidel Castro acabaría convirtiéndose en uno de los grandes signos de contradicción de la época en que le habrá tocado vivir. Como su muerte viene a ponerlo ahora clamorosamente de manifiesto. La muerte de Fidel (secreto a voces) habrá vuelto a dividir a los españoles, aunque no creo que lo haya hecho precisamente por la mitad, porque está claro por donde van el sentir de la mayoría. Y signos de lo más elocuentes no faltan de lo que digo, como el mensaje que habrá incendiado (un decir) las redes sociales de Esperanza Aguirre, anticastrista de pro, como no cabía meno de esperar de toda esa generación de españoles que saltaron al primer plano del protagonismo político a seguir a la transición y que irían por el mundo -y también para andar por casa- de demócratas de toda la vida.

Pero la mas simbólico de la división de opiniones que habrá traído entre españoles la muerte del líder máximo lo es sin duda la decisión del gobierno de Mariano Rajoy, gallego como por causalidad -como lo recuerda (lamentándolo) el diario el Pais en su edición de hoy- de mandar una delegación (oficial) del bajo nivel a la Habana a los funerales del comandante fallecido. Y en su editorial, el diario de Prysa arremete sañudamente contra el actual jefe de gobierno con toda un retorica florida tras la que se les ve no poco por donde cojean ese diario y sus padres fundadores desde los inicios de su andadura. Fueron castristas exaltados cuando era de buen tono el serlo -en la España del tardofranquismo y de los primeros tiempos de la democracia- y ahora que ya no lo es, no saben qué hacer para atacar a los que se vieron inmunes de aquella epidemia, sin que se se les vea el plumero (demasiado) Rajoy, ni va él ni manda a su ministro de exteriores al entierro del líder cubano, pero tampoco van ni Barack Obama ni Vladimir Putín ni el jefe de gobierno de la república islámica del Irán, países amigos oficialmente de la Cuba castrista, y no mandan sus números dos respectivos tampoco, sino personajes de menor relieve de sus respectivos gobiernos.

Y de gobernantes europeos el único en dar la nota con el anuncio de su asistencia lo habrá sido (faltaría) Tsipras, el amigo griego de Pablo Iglesias. Comparaciones odiosas. En el entierro de Franco -un personaje de dimensión histórica (sic) comparable al menos a la de Fidel, lo reconozcan o no en el diario el País- estuvieron presentes además del vicepresidente norteamericano Rockefeller -bajo la presidencia de Gerald Ford (sucesor de Richard Nixon)- el presidente francés (un respeto) Valery Giscard d'Estaing, y el general Pinochet. Curiosamente tanto Franco como Fidel era gallegos. Como también lo es Mariano Rajoy ¿Entre gallegos anda el juego? Nadie es profeta en su tierra, Y el adagio parece cumplirse en el caso de Fidel que era un oriundo (gallego) en su tierra de nacimiento, y que en la Galicia natal de los suyos -de su progenitor- no parce que arrastrase nunca mucho predicamento en comparación con otras regiones españolas (como entre andaluces donde lo rojo, léase la rojez, movería de antiguo al personal mucho mas que por la España del Noroeste)

También parce cumplirse en el caso de Franco que abandonó muy joven -prácticamente para nunca más volver- su tierra natal, y se nos antoja que vale también para Marino Rajoy al que sus enemigos en Galicia parecen reservar una inquina especial a tenor de los sinsabores (tan amargos) que le habrán reservado de un tiempo a esta parte. Misterio de los orígenes, de brujas y de duendes galaicos, lo que lleva tal vez al bueno de Don Tancredo -y lo digo a fe mía sin el menor atisbo de hostilidad de mi parte-  a fumarse un puro (de los buenos) en vez de guardar luto por la muerte de su “paisano” Aunque le caigan chuzos fuera

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://gaceta.es/pio-moa/putin-razon-30112016-1956

PIO MOA explica por qué Putin tiene razón...

Anónimo dijo...

www.larespuestadeeuropa.blogspot.com
www.ser1889.wordpress.com
www.avenir.wordpress.com