viernes, diciembre 09, 2016

ALEPO Y EL PAPA FRANCISCO

El pasado mes de septiembre el papa Francisco condenó los bombardeos sobre Alepo. “Tendrán que rendir cuentas a Dios”, amenazó. ¿Quiénes? Los rusos, la Rusia de Putín y el régimen de Bachar el-Assad, se sobreentiende. Tirar la piedra y esconder la mano, ese es por lo que parece el nuevo mandamiento evangélico de la iglesia y de los papas de después del concilio. Y está claro que el papa Francisco fiel al cometido (y al estatuo internacional) que se le asigna al papa de los católicos en el mundo de hoy -de tribuno de la plebe al servicio de las grandes potencias- marcó siempre el paso tras la Casa Blanca e Inglaterra y Francia en la guerra civil siria. Y ahora -que pintan bastos en Alepo para sus aliados y amigos- los medios italianos nos quieren vender la moto (un decir) que la tercera guerra mundial se pudo evitar y que el régimen de Bachar el-Asad se salvó -tras el desenlace de la crisis de las armas químicas (septiembre del 2013) gracias a él (y al telefonazo que dio a la Casa Blanca) Pero ¿por quién nos toman?
La rebelión siria se viene abajo en Alepo. Y habrá sido tras dos semanas de ofensiva relámpago (blitzkrieg) de las fuerzas del régimen sirio que habrá ido haciendo caer uno tras otro -como un castillo de naipes- de los más de treinta barrios que componían el sector controlado por los rebeldes. En las últimas horas el empuje arrollador de las tropas del régimen y de sus aliados (unidades de voluntarios, sustancialmente libaneses e iraníes), con apoyo aéreo (sustancialmente ruso) y artillero- habrán conseguido encajonarla en un ultimo reducto (en francés “dernier carré”) de unos diez kilómetros cuadrados -algo así como los dos distritos juntos de Centro y de Chamberí (y no más) de la geografía urbana madrileña. Y es lo que habrá sonado la hora del cambio espectacular de muchas chaquetas. Sobre todo a nivel de los medios. Y las lenguas -y las plumas y las teclas- se destapan de pronto al mismo tiempo.

Y entre los más locuaces y expresivos, cabe mencionar las declaraciones de un especialista de la crisis siria a un diario digital italiano, como una especie de autocrítica y de denuncia del conjunto de sus colegas del gremio en lengua italiana que habrán destacado con mucho -por su sensiblería lacrimógena y humanitaria- en su apoyo a la rebelión los cinco años de guerra civil siria. Y así ahora nos ponemos a leer de pronto negro sobre blanco en la red lo que siempre pensamos del tratamiento informativo que reservaban la generalidad de los medios occidentales -y no solo los italianos- a la guerra civil siria, y verlo dicho y escrito por otros ahora así de pronto nos suena un poco a la parábola del rey desnudo del célebre cuento de Conde Lucanor, la verdad sea dicha.

 Durante cinco años -viene a decir ahora el periodista italiano con gran repercusión en la red por cierto- los medios occidentales dieron muestra flagrante en su conjunto de un sectarismo y un partidismo unánime en favor de la rebelión, a base de una contabilidad de daños y perjuicios y de un film de buenos y malos y de victimas y verdugos que silenciaban por sistema violaciones flagrantes del derecho internacional por parte de los rebeldes islamistas -ataques con armas químicas incluso- y a todas las victimas que no fueran de su bando (léase de la rebelión/moderada)

Pero lo que me habrá hecho dar botes en el asiento lo habrá sido su análisis de la evolución del conflicto y su diagnóstico del punto de inflexión mayor que registro aquella, y fue -algo en lo que concordamos, es cierto- con ocasión de la llamada crisis de las armas químicas, de finales de agosto y principios de septiembre del 2013 que estuvo a punto -en un tris- de desembocar en una deflagración generalizada y del por qué aquella al final no se produjo. Gracias a Putín, viene a responder el periodista italiano. Y gracias sobre todo -viene a decir- al papa Francisco (al que nombra incluso antes que al mandatario ruso) 

Y digo que nos habrá hecho dar botes en el asiento no tanto por lo discutible de la afirmación -en lo que al protagonismo papal en aquel episodio se refiere- sino sobre todo por lo revelador de esa superstición papal que viene a ponerse de nuevo al destape y que vive en los italianos de una forma mucho mas honda y mas arraigada que en los católicos de los demás países, por lo menos entre españoles. Porque hacer del papa, además de vicario/de/cristo, el atleta mayor del discurrir histórico y el artífice supremo “pari passu” de la marcha de los acontecimientos a escala del planeta es dar muestras de un maximalismo (supersticioso) en las creencias que estamos seguros que es algo que no deja de chocar entre españoles incluso entre aquellos que reservan mayor adhesión (y devoción) a la figura del sumo/pontífice. Nadie les pidió nunca tanto.

¿Se creen de verdad esas cosas los italianos o no es más en ellos que un juego o un deporte nacional -inseparable de su propia idiosincrasia colectiva- que les lleva a arrogarse la propiedad en exclusiva de la religión (léase del catolicismo) y a tomar por tontos -y a tomar el pelo- al resto del planeta y en particular a los países que les son -espiritual y culturalmente- más cercanos como es el caso de los españoles? ¿Tuvo acaso el papa Francisco un protagonismo cualquiera en el desenlace de las armas químicas? No es de excluir, pero está por probar -y el periodista italiano el que aludo no lo prueba en modo alguno- que su protagonismo fuera (ni de lejos) decisivo.

Pero está visto que en mentes devotas el Vaticano, el papa, la sede/romana y todo lo que de cerca o de lejos se relaciona sigue siendo fuente inagotable de superstición y de sortilegios, como lo pude comprobar en el seminario de Ecône donde el sector de seminaristas (a los que tildábamos de papólatras y de liberales) que se negaba a atacar siquiera en voz baja -por progre o por marxista- al papa entonces reinante Pablo VI (Montini) tenían siempre a mano una retahíla de rumores o de bulos o de cuentos morunos a modo de explicación de los actos y de las palabras más incomprensibles y mas difíciles de digerir para mentes tradicionales de aquel papa (cripto/marxista), y que ponían (obstinadamente) por cuenta de los polvos a modo de hechizo que le echaban al pontífice en el cáliz con el que decía misa o de los sosías (sic) que la masonería hacía figurar en sus lugar cuando en realidad -decían esas voces piadosas- al verdadero Pablo VI lo tienen preso y atado de pies y manos a una silla en los sótanos o bodegas del Vaticano.

Fueron tantas las veces que oí y tuve que soportar -con templanza monacal- esos chismes y esas pamplinas y estupideces que de verdad que ahora me hacen falta no pocas dosis de sangre fría para no dispararme del asiento oyendo esas nuevas muestras de papolatría, esas cuentos chinos -de vaticanistas (y asociados)- que vienen a endiosar al papa de Roma exonerándole de toda responsabilidad moral y política en resumidas cuentas. Y con lo que vienen ahora a querer vendernos la moto (un decir) -como nos vendieron la de que la caída del Muro se debió al papa polaco pos/marxista (Juan Pablo II)- que el papa Francisco (ítalo/argentino) salvó al mundo de la guerra en el 2013 y también como de rebote al régimen de Bachar el-Assad que emerge (detalle nimio en esas versiones por lo que se ve, como les diera vergüenza el cnfesarlo) de vencedor de la crisis las horas que corren.

El periodista italiano al que aludo que tanta importancia atribuye -y que la tuvo en realidad- al desenlace de la crisis de las armas químicas no dice como aquello se produjo en la realidad de los hechos y se lo diré yo, o se lo recordaré mas bien porque ya lo dejé consignado por escrito en este y en mi blog anterior. Y fue que en la madrugada del 2 al 3 de septiembre del 2013 cuando la crisis alcanzaba niveles de paroxismo y todos los medios -sin excepción (y digo bien)-, y en España no digamos y en particular la prensa especializada en asuntos estratégicos y militares, daban ya por descontado el ataque norteamericano y de sus aliados contra Damasco y contra el régimen de Bachar se produjo un disparo de misil cataclísmico verosímilmente lanzado desde una base USA -Rota o Morón de la Frontera- en suelo de la Península Ibérica, dirigido contra las crestas que dominan la capital siria, a modo de señal arranque del ataque aliado y que fue interceptado in extremis por los radar rusos -desde su base naval de Tartús en las costas sirias- lo que provocó un incidente diplomático del más alto nivel -además de un viaje precipitado del ministro español Defensa a Washington-, del que salio al quite (en el lugar de la Casa Blanca) el gobierno israelí asumiendo el fiasco como si fuera un mero ensayo balístico de su fuerza aérea.

Y así fue el desenlace de la crisis. Lo que hizo a Barack Obama echar marcha atrás en el último instante -dejando así en la estacada a “sus” hermanos/musulmanes- , y no un eventual telefonazo desde el Vaticano del papa Francisco, como nos lo quieren vender ahora. ¿Pero por quién nos toman? ¡h...!

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