viernes, noviembre 11, 2016

STEPINAC ¡APARTE DE MÍ ESE CÁLIZ!

Escenas de la insurrección húngara de Budapest (1956) de cuyo aplastamiento -el 10 de noviembre-se cumple hoy el setenta aniversario. El héroe de aquellas jornadas lo fue el cardenal Mindszenty. Primado de Hungría, ¿Quiso reparar y redimir acaso con su tenaz oposición al régimen comunista -que le valió caer en desgracia bajo el papa Pablo VI- eventuales errores políticos de la guerra y de antes de la guerra? Una pregunta análoga -elevada al enésima potencia- cabe hacerse sobre el cardenal de Zagreb, Stepinac, que aportó su caución moral a la persecución (sangrienta) de la minoría serbia (ortodoxa) en el estado croata satélite del III Reich. Como sea el Vaticano lo utilizaría post mortem, en el pontificado de Juan Pablo II, de arma de guerra confesional contra la ortodoxia, en las guerras de los Balcanes. Y el papa argentino vuelve ahora a reabrir heridas (como lo hizo en España la ley de la memoria) Puestos a canonizar ¿por qué no canonizaron hasta hoy a Isabel la Católica?
Aloisius Stepinac primado de Zagreb durante la Segunda Gerra Mundial ¡Aparte de mí ese cáliz! Nací y crecí en el seno del catolicismo español de signo pre conciliar de la década de los cincuenta y primera mitad de los sesenta, y guardé hasta hoy el recuerdo del culto de martirologio que se reservaba en torno a mio a la memoria del cardenal croata, figura emblemática junto con el cardenal húngaro Miszendty de lo que se dio en llamar la Iglesia del Silencio en los países de Europa del Este bajo dominación comunista tras el 45.

Un culto que llegaría a extremos de paroxismo con la revolución húngara del 56 que se vería simbolizada en los medios, al menos en los países occidentales -junto con las escenas del arrastramiento de la cabeza decapitada de una estatua de Stalin por las calles- por una foto sobre todo, y era aquella en la que se veía al cardenal primado húngaro en el momento de ser liberado de la prisión del régimen en la que se encontraba revestido de sus hábitos cardenalicios y escoltado por insurrectos armados, en lo que vino a ser tan fugaz como el sueño de una noche de verano tras el aplastamiento de la insurrección por las tropas soviéticas, de lo que hoy (diez de noviembre) se cumple precisamente (nota bene) el sesenta aniversario.

Y de hasta qué punto aquel acontecimiento marcó a los españoles y en particular al que esto escribe, entonces un niño (de siete años), da idea el concurso infantil que convocó algún tiempo después una cadena de grandes almacenes de las mas conocidas de la España de entonces -el Corte Inglés- en cuyos escaparates tuve el honor de que figurase un cuento infantil que presenté en aquel concurso sobre el tema de la insurrección húngara y de su aplastamiento sangriento.

Dile al justo que todo esta bien reza la biblia canónica (fuera de toa sospecha) También reza aquello -concretamente en una de ls epístolas paulinas- de que cuando era niño me alimentaba de cosas de niño y cuando me hice mayor dejé las cosas de niño y empecé a alimentarme como un hombre (o algo así) Y del niño aquel (tan bueno) educado en el seno de una familia católica practicante y en un colegio de curas -los escolapios- no reniego ni tanto así, no es óbice que las escamas se me cayeron ya hace mucho de los ojos, y fue de la visión color de rosa -d'Epinal los franceses dicen-, de un sello clerical, que heredé de los míos y de la educación de entonces.

Miszendty se había opuesto a los nazis, y pudo comprobar en su propia carne después que los otros no eran mejores, y cabe peguntarse si no fue en un espíritu de expiación de (hipotéticos) errores pasados -durante la Segunda Guerra Mundial (y de antes incluso)- lo que le llevaron a mantener después, hasta el final una actitud de oposición tan tenaz al régimen comunista y por vía de consecuencia también a la Ostpolitik (política vaticana en relación con los países del Este, del otro lado de la cortina de hierro) que inauguro tras el concilio el papa Pablo VI y que proseguiría despacito y buen letra recentrándola para mejor hacer tragar la píldora “urbi et orbe”- su sucesor el papa polaco Juan Pablo II.

La Ostpolitik selló el final de la Iglesia del Silencio, y también la caída en desgracia del primado de Budapest que recobró la libertad al precio de tener que abandonar su país, y que se vería al final, en sus últimos días si cabe mas preso en su refugio romano a la sombra del vaticano, y del papa, que le destituiría. La otra gran figura del martirologio de la iglesia del Silencio que se veneró en la España de los años de mi infancia (y adolescencia) lo fue la de Stepinac, primado de Zagreb.

La del cardenal Slipyj arzobispo de Lvov (sic) de los Ucranianos en cambio, solo alcanzaría difusión entre españoles años mas tarde durante la celebración del concilio gracias a un best-seller de aquellos años, “Las sandalias del pescadora que se habría inspirado en el cardenal ucraniano -preso después dela Segunda Guerra Mundial en la cárceles soviéticas- , pero del que supo apropiarse o beneficiarse decisivamente (en su ascensión al trono pontificio)el papa polaco, exponente de una iglesia polaca que venía a ser la excepción -poco silenciosa, por su flagrante compromiso histórico con el régimen comunista- de la iglesia del Silencio- de los países de régimen comunista.

Del Cardenal Stepinac me llegaría otro visión mucho más critica bastantes años más tarde con motivo del desencadenamiento de la guerra de los Balcanes, y fue a través de unas fuentes históricas -en concreto emanadas de dos historiadores insignes del nacional socialismo y del III Reich, a saber Martin Broszat y Ernst Nolte- donde se enjuiciaba de una forma critica en extremo la persecución de la que se vieron objetos los serbios en el estado croata satélite del III Reich, que dirigió el líder ustacha Ante Pavelic (pronunciado “Pávlic”, sin la “e” que pronunciábamos los españoles. Y que habría valido las mayores reservas -e incluso críticas abiertas- del alto mando alemán, que se desmarcó claramente de unas matanzas que venían a comprometer no poco el Nuevo Orden en la península de los Balcanes.

De un gigantesco baptisterio (sic) hablaron esos historiadores insignes, en alusión a la política de conversiones forzosas -en masa- de la ortodoxia al catolicismo romano que practicaron los ustachis, con el visto bueno -y el níhil óbstat- lo menos que se puede decir del cardenal arzobispo de Zagreb. El que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Y no seré yo el que condene de observador exterior en cierto modo -ni serbio ni croata- a ese asunto tan espinoso visto dese fuera y tantos años ya trascurridos desde aquello.

No es óbice que la decisión de canonizarle ses inscribe en la misma linea de beligerancia anti-ortodoxa (descarada y escandalosa) -que adoptó por su cuenta y riesgo el papa polaco tras la caída del Muro y en los inicios de la guerra de los Balcanes que la diplomacia vaticana contribuiría -un dato histórico incuestionable- a encender decisivamente. Y lo hicieron sobre todo con la coartada de la purificación (sic) de la memoria, eslogan favorito de la ultima fase del pontificado Wojtyla, sólo nota bene tras la caída del muro- , que venía a traducirse en la recuperación de una memoria beligerante confesional de un sello católico romano y fatalmente anti-ortodoxa.

Y el papa ítalo argentino viene a echar ahora de nuevo -con la anunciada canonización del cardenal de Zagreb- leña al fuego de un incendio que parecía ya semi-extinguido y en vías de extinción definitiva. Una guerra a los vivos y a los muertos la que vienen a re-encender ciertas canonizaciones vaticanas -como la que reencendió en España la ley (funesta) de la memoria- por cuenta de un anti-comunismo de sello clerical y con cuarenta o cincuenta años de retraso. A buenas horas mangas verdes. ¿Y por qué lo hacen? Acaso se trata de una tentativa un tanto desesperada de frenar lo ye parece un declive irreversible.

A saber, de la influencia -y la credibilidad- del papa de Roma que acaba de perder la que habrá sido tal vez la mayor apuesta de su pontificado. Y me estoy refiriendo al desenlace de las elecciones americanas. Y a buen entendedor pocas palabras sobran. Que pida perdón primero el papa ítalo/argentino a los españoles por sus insultos y ataques injustos al pasado español de América, y me curo así en salud de inmediato de las criticas o reproches que me puedan valer estas lineas, escritas a vuelapluma y con el corazón en la mano

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