lunes, febrero 22, 2016

QUINQUIS Y GUARDIA CIVIL ¿COYUNDA INCONFESABLE?

El Lute, figura emblemática de la delincuencia (y criminalidad) del tipo quinqui (o merchera) -y de antifranquismo militante- fue una de las estrellas de la alcaldía madrileña en tiempos del Viejo Profesor (socialista) En la cárcel portuguesa donde cohabité forzoso por entonces con otros quinquis españoles (guerracivilistas irrreconciliables sin excepción todos ellos) se comentaba con admiración que habia hecho la carrera de Derecho en la cárcel y que estaba trabajando (sic) en la alcaldía a las ordenes del Viejo Profesor. ¿Vientos de quinquillería de nuevo en la política española?: por la criminalización (injusta e infame) me refiero, que vienen fatalmente a arrojar sobre un sector considerable de la opinión pública -el de los votantes del PP por lo menos- unas campañas en los medios y unos registros policiales (a cargo en particular de la Guardia Civil) -y a la vez unas violaciones no menos flagrantes del secreto de los sumarios- por cuenta de la (llamada) corrupción financiera que hacen sospechar de una colusión de la Guardia Civil con los verdaderos agentes de criminalidad y de delincuencia organizada (de antiguo) en la sociedad española. Quinquis y Guardia Civil ¿Vieja relación de amor y de odio? ¿Coyunda inconfesable? ¡Vivir para ver fantasmas míos!
¿La gota que desborda el vaso ? Mientras concluyo estas líneas se habrá sabido que el dirigente del PP (valenciano) puesto en la picota -en la enésima entrega de este culebrón (electoral o poselectoral) interminable- en primera plana de los medios, viéndose conducido preso (y discretamente esposado) por números (o mandos) de la Benemérita en uniforme, habrá sido dejado en libertad por el juez acto a seguir, tras negarse (sic) -nota bene- a declarar ante la Guardia Civil.

Y si se le suman sucesos todo menos triviales de las últimas horas, como la declaración (escandalosa) de persona non grata a Mariano Rajoy en su propia ciudad (de adopción), y el gesto odioso -de expulsión (¿un reflejo condicionado acaso de la izquierda guerrracivilista española?) de la sala- que se permitió un edil de Ahora Madrid con otro, del PP, en una reunión de consistorio, cabe seriamente preguntarse si no estemos ante los preparativos o incubación de otra jornada o jornadas insurreccionales como las que se sucedieron (horrresco referens!) tras los atentados del 11 de marzo, de cara a la fecha límite para la sesión de investidura prevista para el proximo 2 de marzo.

El ministro del Interior lleva razón denunciando una afloracion de escandalos -todos dirigidos contra el mismo partido- en este tiempo particularmente sensible (sic) -de reuniones de investidura- por el que atravesamos. Como si los tiempos judiciales (sic) -añade aquél aún (cargado de razones)- vinieran ahora a marcar los tiempos políticos.

Confesión. De Profundis. Autocrítica. Llámese como se quiera a lo que a verter inicio en estas líneas y en la hora trágica a fuer de incierta (total) que estamos viviendo los españoles. Salí de la carcel -me refiero sobre todo a la cárceles portuguesas porque mi experiencia de preso en Bélgica fue mucho mas corta y sobre todo no me pillaba ya de nuevas– semper ídem como lo he declarado después a menudo, y no menos cargado y abrumado al mismo tiempo de un costal a mis espaldas de dudas e incertidumbres y perplejidades desde entonces, también es cierto.

Que afectaban directamente (confiteor) a esa confianza ciega en la probidad y eficiencia de los cuerpos armados, y en particular de las fuerzas del orden -y de los encargados de ejercer la autoridad en general- que se me inculcó como de nacimiento, en el seno del medio social y familiar en el que crecí, de gentes de orden sin reservas ni paliativos.

Y sin duda, lo que más socavó esa confianza inquebrantable que nada parecía capaz de romper ni de machar lo fueron los encontronazos no poco traumáticos que me aguardaba dentro de les rejas con lo que convengo en llamar minorías asociales, focos -sin duda los principales- de delincuencia y de criminalidad organizada, y encarnadas sobre todo en los casos contados pero no menos reveladores de delincuentes españoles -o hispano/portugeses (...)- con los que tuve que lidiar allí dentro (a solas)

¿Minorías étnicas o sociológicas apenas? La polémica está servida de antiguo y no habrá dejado de proseguirse en voz baja hasta hoy por culpa de los tabús pesados e intocables que de antiguo la rodean. Y es mayormente el tabú que rodea de antiguo tanto a los (llamados) quinquis -o mercheros- como a los gitanos, las dos principales minorías sociológicas marginales o ancladas de antiguo en la marginalidad (asocial) a los que aquí me estoy refiriendo. ¿En camisa de once varas Es posible pero me veo ahora en el tarnce forzoso e ineludible de tener que abordar este tema movido (confiteor) de una pulsión (o compulsión) irresistible, y a la vista de la urgencia del momento.

No es algo nuevo en mi -esa temática qinquillera, me refiero-, los que me leen aquí habitualmente ya lo saben, lo que si es nuevo en cambio es lo desinhibido y sin tapujos como me habré decidido a tomar la pluma ahora (o la tecla que me diga) en ese tema.

Quinquis y Guardia Cimvil. Una ecuación que me perturbó no poco el tiempo transcurrido desde aquella experiencia que tuvo algo de ”fundadora” en el que esto escribe como mis lectores se habrán dado cuenta también sin duda alguna. Que vuestro si sea si y vuestro no sea no (reza la biblia canónica) Quinquis españoles ¡aparte de mí ese caliz!

Yo no sabia nada de ellos, de ese tema siempre en ascuas, no mas, quiero decir de lo que divulgaron los periódicos españoles cuando salieron a relucir en grandes titulares de las páginas de sucesos -y en primer plano de la actualidad más candente- a mediados de los sesenta, con motivo del sonado atraco a mano armada -que me pilló en plena adolescencia, con quince años apenas- a la joyería madrileña de la calle de Bravo Murillo -que se cobró un saldo de un muerto- en el que se vieron mezclado aquellos, quinquis emblemáticos en extremo -el Lute por ejemplo- algunos de ellos.

Sabía poco de ellos ya digo, pero la cohabitación forzosa con algunos quinquis en la cárceles portuguesa me enseñó no poco en cambio, iniciandome así como si dijeramos en la ciencia criminológica o si se prefiere en una rama (experimental) un tanto especial de la misma y un tanto inexplorada hasta hoy, por no decir inédita.

A saber, el sustrato sociológico -¿y étnico a la vez?- del crimen y de la delincuencia. En lo que a España sobre todo respecta. Y lo que más me llamó entonces la atención -como un guante de desafío que no dejé de recoger sin pensármelo dos veces- lo fue el guerracivilismo de izquierdas irreconciliable del que adolececían a ojos vistas prácticamente todos ellos.

Eran los tiempos (primeros) del felipismo -y del Viejo Profesor en la alcaldía madrileña- y otra cosa que tampoco me dejaría entonces indiferente de ellos lo fue la actitud de discriminación (flagrante) a su favor -de opción preferencial cabría llamarlo en lenguaje teológico (y rebuscado)- que los agentes consulares españoles, de visita en la cárcel donde yo me encontraba, mostraban hacia ellos, comparado con las escasas atenciones -un eufemismo apenas (por no decir ninguna)-de la que dieron muestras invariablemente para conmigo, el tiempo -más de dos años- que permanecí en la prisión de máxima seguridad de Vale de Judeus, desde el mes de junio del 83 hasta noviembre del 85, cuando el PSOE se encontraba ya instalado -durablemente- en la Moncloa.

¿Me permití acaso algún desplante para con aquellos funcionarios (por motivos políticos)? No lo excluyo, tampoco me acuerdo mucho-, pero eso no era óbice para que hubieran podido mostrar un poco mas de interés y de empatía con un compatriota (sic) detenido en otro país y del que tanto se ocupaban -y no precisamente a mi favor- los medios (tanto portugueses como españoles)

Aquel espectáculo de discriminación y favoritismo a la vez inexplicable y escandaloso, me dejó no poco perplejo ya digo, pero todavía me lo dejaría más la reacción (fuera de toda sospecha) de alguien que conocí en Madrid poco después de mi liberación, ligado estrechamente a todas luces -por lazos familiares, apostaría a las fuerzas del orden y en particular a la Benemérita, a quien me sincera de aquella sospecha (un tanto lacerante) de colusión -entre las fuerzas del orden y el crimen y la delincuencia organizados- tan aberrante y escandalosa y a fe mía que me sorprendió su reacción, con todos los visos de ser en él un reflejo adquirido y condicionado, como queriendo quitarle hierro al asunto a toda costa con una frase con la que parecía querer zanjar el asunto y al mismo tiempo de desviar la conversación de ese tema.

“Tú has sufrido mucho” Lo que era cierto, sin dar no obstante así respuesta a mis interrogantes. Y su reacción se vería ilustrada y acompañada de otras alusiones o comentarios suyos que daban claramente a entender que sabia del asunto – a saber de la relación quinquis (mercheros) y Guardia Civil- (mucho) mas de lo que decía y desde luego que no lo veía de la misma forma ni en la mima óptica (de gravedad) a como yo lo veía.

Eran los tiempos aún del GAL -en su fase terminal- y mis impresiones sin duda eran para aquel amigo un poco como la soga en casa de ahorcado, con la Benemérita en su conjunto puesta en la picota como se veía entonces en algunos medios (no todos, también es cierto) Los atentados del 11-M y todo lo que se le siguieron, en particular la escandalosa jornada de reflexión -de asalto al poder mas bien-, pondría de nuevo al destape las opciones o preferencias políticas -escoradas a la izquierda- de ciertos sectores de las fuerzas de orden público, de la Policía Nacional como de la Benemérita.

Y ahora nos vemos confrontados a un nuevo espectáculo de politización de la magistratura y de la Guardia Civil, que no deja de tener (a primera vista) algo de obsceno y de extravagante como no se le escapa a un sector (considerable) de la opinión pública que viene mostrándose soliviantada in crescendo las horas que corren.

¿La Guardia Civil, de cobertura de una nueva jornada insurreccional en preparación -de cara a la sesión de investidura- como sucedió tras los atentados del 11 de marzo?

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