lunes, septiembre 01, 2014

OKUPAS DE ULTRADERECHA (?)

Ramiro Ledesma en una foto de sus años de joven estudiante. Ramiro era un joven brillante pero su llegada a Madrid -desde su pueblo natal zamorano (de la Tierra del Sayago)- lo fue por "la puerta de atrás", me explico, por la barriada obrera de Tetuán donde residiría hasta estallar la guerra (calle de Santa Eulalia) y donde se vería victima de una tentativa de agresión -a la salida de la boca de metro de Cuatro Caminos-, a manos de militantes obreros anarquistas (de la CNT) que marcó no poco su trayectoria e influiría no poco en su destino. El escenario de luchas (sangrientas) callejeras de los años de la república en el marco del derrumbe -y desintegración- de las instituciones (republicanas) no es extrapolable a la España de hoy en modo alguno. Como sea, Ramiro, ni fue okupa ni promocionó actividades o iniciativas de ese signo o parecido. Víctima de los okupas de entonces -en su vida y en su muerte (...)- Ramiro Ledesma Ramos, más que otra cosa
"Okupaciones" de las “buenas”, por los ”buenos", no como las otras (…) ¿Hay acaso okupas buenos, distintos…y mejores que los “otros”? La pregunta irrumpe (imparable) en la modorra mañanera estival a través de las páginas de la edición de hoy del País, por culpa de la noticia de una ocupación de “ultraderecha“, en el barrio madrileño de Tetuán, que es uno de esos sucesos que nos ponen en la tesitura de tener que posicionarnos interiormente antes de dar nuestra opinión o formular un juicio al respecto.

El barrio de Tetuán que empieza ya como quien dice a las puertas de mi barrio de Arguelles “lato sensu”, el de mis años de infancia y de adolescencia, –que ya no existe para el ayuntamiento en las nuevas configuraciones administrativas que trajo consigo la transición y sobre todo la experiencia felipista y sobre todo la alcaldía del Viejo Profesor y de sus sucesor el alcalde Barranco emigrante de joven (o no tan joven) en la capital de España procedente de la provincia de Jaén, su tierra de nacimiento- fue siempre para mí, lo confieso, un poco “tierra incógnita”

Hoy, lo quieran o no lo quieran algunos reconocer, de barrio obrero –como lo sería en sus orígenes en las décadas que precedieron al estallido de la guerra civil- Tetuán (de las Victorias), como otras zonas de la geografía urbana madrileña, habrá acabado convirtiéndose en tierra de promisión de la invasión silenciosa, de una inmigración no europea en su abrumadora mayoría, ya sean latino/chés o musulmanes (magrebíes, moros, marroquíes o como se convenga en llamarles, denominaciones distintas todas ellas para un solo desafío verdadero)
Rendición alemana en Stalingrado. Se cumple hoy el Setenta Aniversario del comienzo de la Segunda Guerra Mundial y también -tres años más tarde, de la llegada de los primeros carros de combate alemanes a los suburbios de Stalingrado. ¿Ordalía, juicio divino -léase de la Historia (en versión ecularizada)- la célebre batalla? Obvio es que no, pero ello no nos exime de extraer todas las lecciones de la derrota alemana, que se vio (aparentemente) sellada en aquel célebre asedio
Los jóvenes falangistas o nacionalsindicalistas (o nacional/socialistas) recuerdan oportunamente en la entrevista del País- un dato olvidado o enterrado en al memoria colectiva por la erupción tan irresistible de la memoria de los vencidos de la guerra civil en las últimas décadas y lo es el que uno de los vecinos de ese barrio lo fue antes de la guerra alguien tan poco anodino como Ramiro Ledesma Ramos.

Un madrileño de adopción sui generis y no como los otros y que sí nos hace recordar a otro madrileño de adopción y también de nacimiento, “sui generis” –aunque que no creció en la capital de España y sólo se instaló en ella de edad ya madura-, y ese otro no es nadie más que Francisco Umbral falangista de la tendencia ramirista en sus años jóvenes como tuve ocasión de ponerle de relieve en el libro que dediqué al escritor ya fallecido.

Y es que Umbral, huyendo de una exclusión social –y también en el plano profesional- de causas y motivos complejos y sin duda oscuros aun hoy poco esclarecidos, se vino desde León donde había trabajado de periodista radiofónico en el marco de la prensa del Movimiento hasta el extrarradio de la capital madrileña, a principios de la década de los sesenta, un etapa durísima de su trayectoria que transcurrió en un barrio de chabolas –poblado de quinquis y de gitanos- del (hoy desparecido) arroyo Abroñigal cercano al cementerio del Este (o de la Almudena)

Los que son parecidos, se juntan, dice el refrán francés ("ceux qui se resemblent se rassemblent”) Y Francisco Umbral y Ramiro Ledesma se ven hoy hermanados en el recuerdo por esas extrañas similitudes que ofrecen sus respectivas trayectorias, y las figuras y las obras respectivas de cada uno. Como lo ofrece el bautismo/madrileño de uno y otro. Porque antes que Umbral, Ramiro le había precedido en su llegada a Madrid los años de la II República por la puerta de servicio o por la puerta de atrás como quien dice. Ramiro como Umbral era un joven brillante, pero de provincias, de la misma zona geográfica grosso modo el uno y el otro, esa España del Noroeste recóndita y no poco hermética, y rural y campestre, a la que el Madrid de entonces, el de los años treinta, como el de treinta años más tarde –el de la posguerra (años sesenta)- no daba tan generosamente que digamos la bienvenida, apuesto lo que sea.
¿Mala conciencia polaca? Los obispos de aquel país coincidiendo con el 75 aniversario del inicio de la II Guerra Mundial acaban de hacer un llamamiento por la paz en Ucrania. El mapa de la foto ilustra no obstante si necesidad había de los retos geoestratégicos polacos que gravitan desde sus incios en la gestación y eclosión de la crisis ucraniana. ¿La historia se repite? La II Guerra Mundial estalló -en el fondo- por culpa de Danzig. ¿Estallará la Tercera Guerra Mundial por culpa de Donetsk y de las revindicaciones por cuenta suya ucranianas/nacionalistas, y otras polacas hermanas suyas o primas hermanas?
Se habrá visto hasta hoy poco divulgada la fase madrileña de la biografía de Ramiro –salvedad hecha de instantáneas inmortalizadas en una memoria colectiva de tipo gráfico/visual por así llamarla, que le harían salir del anonimato muy joven- y mucho menos el capítulo de la misma de su paso (¿cuánto tiempo?) por el barrio de Tetuán –calle de Santa Eulalia-, que se vería surcada por un suceso todo menos anodino que marcaría a fuego la trayectoria de Ramiro e influiría de forma no poco decisoria sobre su destino.

Y fue la tentativa de agresión –sin duda frustrada- de la que se vio víctima Ramiro Ledesma, cabe presumir que a poco de instalarse en aquel barrio tras su llegada a Madrid,  a la salida de la boca de metro de Cuatro Caminos a manos de un grupo de agitadores obreros anarquistas (de la CNT) Hasta el punto que cabe conjeturar que aquel incidente fungiese a modo de suceso matricial o “fundador” en la carrera política de Ramiro y en sus trayectoria ideológica y en la formulación incluso de sus postulados más divulgados y conocidos, de anti-marxismo y de acción directa. “Revolucionaria” y callejera (…)

“La cárcel es muy mala”, le oí siempre a mi difunto padre, que se había visto preso (año y medio) durante la guerra civil española en zona roja (…) Algo que me seria dado el calibrar y alcalimetrar por mí mismo, de mi propia experiencia (intransferible) Y si la cárcel es mala, la calle no lo es menos (…) Algo que experimenté en menor grado pero que no dejaría de marcarme y de inducirme a reflexión (circunspecta) de todo el tiempo de mis años de mi expatriación que se vieron surcados por periodos estrictamente “a la intemperie”, sin llegar a “caer” (del todo) en la situación –o el estatuto- del okupa, o como le llaman en los países de francofonía, SDF (“sin domicilio fijo”) (…) Salvo en cortos periodos de una semana o semana y media a lo sumo –con sus días y su noches- hace ya años en Belgica, de resultas de mi detención y encarcelamiento –por unos meses (que abarco grosso modo todo el verano aquél)- en mayo del 2000 delante del Palacio Real de Bruselas, y también –como a modo de resacas de aquellos- el tiempo de una semana, años después.
San Wojtyla de Polonia. Ceremonias de canonización del papa polaco. La canonizacion de Juan Pablo II coincidió -como por casualidad- con el estallido de la crisis en Ucrania que se venía incubando desde mucho antes. Y el pontificado (interminable) del papa Wojtyla selló sin duda alguna el auge del nacionalismo polaco, uno de los fenómenos mas emblemáticos (y sintomaticos) del mundo de la posguerra tras el 45. El mito -polítíco/religioso (...)- del papa polaco se irguió triunfal en la posguerra europea a costa de la derrota de Alemania, sobre la ruinas de sus pueblos y de sus ciudades y sobre la sangre de sus hijos, digan lo que digan o piensen lo que piensen algunos nacional/socialistas (sic) españoles, devotos incondicionales (a lo que parece) del papa más filo-judío y más anti-alemán de toda la historia de la Iglesia (y de la Historia a secas)
Algo que a fe mía llevo grabado desde entonces al agua fuerte en el cielo de mi memoria (…) Y todo ello sin duda explicará no poco a algunos de los que aquí me leen la alergia invencible que me produjo desde los primeros momentos de su eclosión la movida de los indignados, con sus secuelas principales indisociables e inseparables, y emblemáticas en extremo, la de las okupaciones de viviendas, y de las acampadas callejeras El 15-M fue fundado nota bene por un grupo de okupas de la plaza del Dos de Mayo del barrio madrileño de Malasaña (distrito de Chamberí), un dato que se cubrió siempre de un tupido velo por las razones que fueran.

No juzgo (ni condeno) a los okupas fachas que han saltado ahora al primer plano de la actualidad en la prensa madrileña. Por sus frutos los conoceréis, decían los propagandistas del concilio y se vio lo que se vio, aunque el principio en si me parece valido.

A condición nota bene que logren sortear los riesgos y obstáculos de la situación por la que atraviesan, y ofrecer a la vez una alternativa seria a la presencia callejera –y asocial y subversiva- de okupas y perro flautas (del otro signo), y un dique de contención eficaz a la invsión silenciosa como acabo ofreciéndolo en Grecia el movimiento “Amanecer Dorado” que también prodigó iniciativas de ese estilo. Al servicio del orden institucional –y no de su resquebrajamiento y su derrumbe- y en colaboración estrecha o implícita por lo menos con las fuerzas del orden.

Mucho nos tememos no obstante algunos que todo eso no pase de un reclamo propagandístico con al beneplácito y el níhil óbstat eclesiástico de rigor, como fenómenos concomitantes y en simultaneo asi parecen indicarlo, que acabe  redundado en provecho de una acción social y caritativa apostólico/ropmana que no hace en el fondo –como un efecto llamada, como una fatalidad más de signo judeo/cristiano en resumidas cuentas- más que alimentar y agudizar y exacerbar el fenómeno (y la amenaza) de la invasión silenciosa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

...desde dias atrás aparecieron en la proximidad del centro social Ramiro Ledesma Ramos algunos carteles con fotografias de Auschwitz... y letreros como "Fuera racistas de Nuestro Barrio".

Lo irónico es que esa campaña de odio esté propiciada presuntamente por gentes que son precisamente de otras razas o nacionalidades y en un barrio que empezó llamándose Tetuan de las Victorias, donde ahora hay multitud de mujeres con cochecito infantil y velo negro.
También presencia de inmigrantes de Hispanoamérica, los cuales son por supuesto bienvenidos... y es de esperar que tanto españoles como inmigrantes no caigan en la trampa del odio que es lo que promueven quienes se pasan la vida hablando de Auschwitz,,,

Juan Fernandez Krohn dijo...

Completamente de acuerdo. Es curioso, en relacion con Auswitzch, que la mayoría de los polacos, tan devotos de "su" papa San Wojtyla que hizo de Auschwitz una de las estaciones principales del martirologio contemporáneo de la Iglesia del Concilio, se opusieron siempre tenazmente a ello, reivindicando empecinadamente que en Azuschwitz cayeron -sobre todo, hasta en número de los doscientos mil, en las cifras que siempre avanzaron- polacos nacionalistas de la insurreccion fracasada del Ejército del Interior (AK) de julio y agosto del 44, contra los alemanes, y que los judios que cayeron en aquella zona lo fueron sobre todo en el campo de Birkenau vecino (...)

Y es igualmente curioso que esa discrepancia histórica tan seria y tan crucial con "su" papa -"papiesz!", "papiesz!", "papiesz!" (con los ojos en blanco cada vez que le evocaban) (...)- no enfriara en lo más mínimo el culto de la personalidad -hasta niveles del fanatismo más extremo- que siempre le tributarían sus comptriotas, en vida y post mortem (hasta nuestros días)(...) Una religión polaco/nacionalista,
el culto del papa/eslavo (polaco)

Saludos cordiales