jueves, septiembre 19, 2013

SERVINI DE CUBRIA, JUEZA ARGENTINA, Y EL CASO JAVIER IGLESIAS

No me retracto ni una jota de lo que escribí sobre Javier Iglesias, el falangista auténtico desaparecido en Argentina bajo la presidencia de Saúl Carlos Memem -a quien la jueza Servini debió su nombramiento-, no comparto ni compartí su opción preferencial por los pobres (ni en Europa ni en América) y en la barrera que dividió por la mitad al peronismo los años setenta me sentí (residiendo allí) más bien del lado opuesto al suyo, pero hoy pienso que lo que le perdió no fue su falangismo (o peronismo) de izquierdas sino el ser español en Argentina (y más en una villa/miseria) (...) Hoy estoy convencido de ello
La señora (juez) Servini de Cubria que se diría que no se podía llamar de otra forma -y que me perdonen los italianos que me leen o me acaben leyendo- hasta el punto que parece que la estoy oyendo pronunciarlo, a ella o a alguno de sus admiradores y compatriotas, de su acento inconfundible y en el tono (resuelto) de presunción -¡ay dolor!- que cabe imaginar- es de ascendencia italiana, como su apellido indica, tal vez por las dos ramas (y los cuatro costados) no tengo derecho a ponerlo en duda pero lleva, a no dudar, en la mente (y en alma) ese síndrome o morbo criollo anti-español -de odio, de venganza y de rencor- que la empuja irresistiblemente a meter la nariz en donde no la llaman en tratándose de España y de los españoles.

No pudo (un decir) con los ingenieros y decide ahora arremeter contra los fontaneros, y me estoy refiriendo a las tareas ineludibles de represión de la subversión y de mantenimiento del orden publico en una época -del régimen anterior- cuando la sociedad española y su ordenamiento institucional se vieron blanco de una cometida subversiva sin precedentes en la historia española de la posguerra, sin otro parangón mas o menos cercano o comparable que la eclosión del 15-M y la "spanish revolution" que protagonizaron jóvenes indignados manipulados (y no menos minoritarios. Y un caso emblemático de aquel fenómeno de manipulación de todo un sector (mayoritario en cambio entonces) de la juventud universitaria española lo fue sin duda el de Enrique Ruano, la sombra de cuyo recuerdo se pone a gravitar de nuevo ahora en torno a dos de los cuatro inculpados por la juez italiana acusados de franquismo (y otras minucias)

A Enrique Ruano de mi misma generación (un año mayor que yo) no le llegué a conocer, pero cabe razonablemente pensar que me lo debí cruzar no pocas veces por los pasillos o claustros o a la entrada o la salida de la facultad de derecho de la Complutense que tanto él como yo frecuentábamos por entonces. Sí conocí en cambio -de vista- a su amigo íntimo Javier Lostalé que a raíz de su muerte trágica de su amigo (intimo) escribió una carta no poco lacrimógena en el periódico ABC -que todavía recuerdo en la que hablaba de aquél como de "una flor abierta" (y tronchada, me figuro)-Un accidente cualesquiera que fueran -me curo de inmediato en salud- las circunstancias y causas exactas de su muerte Quisieron hacer de él los mentores y directores de orquesta, qué digo, los generales en jefe de aquellas campanas de guerra subversiva que se abatieron sobre España y los españoles en el tardo/franquismo tardío, un mártir de la causa estudiantil y la mecha explosiva del caso aquél resulto al final pólvora mojada.
Enrique Ruano en una fotografía tardía se me antoja. Cara de ángel...y de niño/bien, y perfectamente insoportable como decía Umbral de Ridruejo (otro ángel de su propia generación), como lo debía ser y como lo eran tantos de aquella generación, iguales o tan parecidos a él. Descanse en paz él y la memoria de una generación no sé si culpable pero sí manipulada
El caso de Enrique Ruano era emblemático en extremo no obstante por tantos y tantos conceptos. Niño/bien, de buena/familia madrileña, y estrechamente ligado a la iglesia o a ciertos sectores de ella -estábamos en plena era pos-conciliar nota bene-, a tenor por la bullanga que montaron por su muerte los muy clericales de la revista "Cuadernos para el diálogo" (que patrocinaba el muy pío y muy apostólico Joaquín Ruiz Giménez) y por la educación recibida en el bachillerato en la medida que era antiguo alumno (modelo) -y compañero de clase me entero ahora, de Alfredo Pérez Rubalcaba- del colegio del Pilar (un respeto) uno de los colegios más elitistas -habas contadas (el Pilar, Areneros, el Liceo Francés, el Alameda de Osuna y pare usted de contar)- de aquel Madrid y de aquella España, en vísperas de una profunda mutación cultural, de mediados de los sesenta.

Olvidada sin duda de toda una generación que fue la mía, pero no del que esto escribe. ¡Que la busquen en mi frente (como diría el poeta)! Y la señora juez argentina en primera plana de los medios las horas que corren se pone a abrir (y a sajar) ahora cicatrices ya cerradas de nuestra historia española en las últimas décadas y a reavivar fatalmente los recuerdos ¿Por qué no se va a hurgar en un pasado italiano aún bastante reciente más acorde con su ascendencia, en los años de plomo de la democracia italiana (de centro/sinistra), en aquellos atentados con unas cifras tan abultadas de muertos de la década de finales de los sesenta, de los setenta ( principios de los ochenta) o en de Bélgica sin ir más lejos -principios de los ochenta- que cuenta con una colectivo inmigrante tan fuerte -y tan influyente- de origen italiano en su parte francófona?

Un tic histórico, como un reflejo condicionado o adquirido o heredado, se lo impide a todas luces y le empuja en cambio a seguir buscando (y olisqueando) en nuestro pasado español mas o menos reciente, mas o menos remoto -ya sea la guerra civil, ya sea en los años del tardofranquismo (tardío)-, el origen de todos los males, y de los suyos propios, de una Argentina dividida o partida en dos los días que corren, y tan necesitada de reconciliación como lo estaban os españoles al final de la guerra civil y crispados en cualquier caso (a las pruebas me remito) como no lo estaban siquiera los españoles en los años de la transición política.

¿El gobierno español dará acaso oídos por mínimamente que sea a esa provocación inaudita? ¡Seria el colmo! ¿Van a seguir acaso poniendo la otra mejilla ante ese renacer de odios mestizos (criollos) del otro lado del charco como lo viene haciendo con la vesanía anti-española catalanista? La cuenta atrás comenzó ya desde luego para algunos entre los que me encuentro. Y a buen entendedor pocas palabran bastan

ADDENDA Había ya dado por terminada esta crónica y me había puesto a repasar de urgencia el curriculum vitae de la jueza argentina cuando me pongo de golpe a dar botes (sin querer) en el asiento leyendo que debió su nombramiento de juez a nivel nacional al antiguo presidente Saúl Carlos Menem. Y es porque el nombre del 'auténtico" Javier Iglesias me vino de pronto a la mente, desparecido bajo la presidencia de aquél. ¿Por qué no empieza la jueza argentina barriendo en cas propia antes de hacerlo en la ajena? ¡Esclarecimiento ya del caso de Javier Iglesias, español en Argentina, muerto y desparecido

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